El PRONT y la Jungla de Concreto
Full disclosure for my usual readers, this is not a usual entry. Firstly, it’s written in Spanish; secondly, this is an attempt (within the limited extent of my abilities) to recognize an artist whose work, dare I say, had more impact on the Mexican art scene than modern museum exhibitions and whose art will now outlive him and remain as the last testimony of his impact.
Todos deseamos trascender de una u otra manera, se trata de un instinto, un reflejo, algo codificado en el ADN. De entre muchas, el arte es una forma de trascendencia. Existen obras que viven en la mente colectiva de la sociedad, se alojan ahí y sobreviven a través de los años al rápido avance del olvido. Pero lo cierto es que solo algunos logran que el resultado de su esfuerzo sea reconocido o menos aún, recordado.
El grafiti es generalmente una forma de arte efímera, en cualquier momento alguien puede pintar encima de lo tuyo, el sol y la lluvia pueden hacer de las suyas para borrarte, la policía puede atraparte, el dueño de esa pared podría mandarla pintar cualquier día de estos. Pero incluso dentro de esa naturaleza efímera existen obras que han logrado trascender hacia la mente colectiva, hacia el recuerdo. Si vives en México o has transitado por algunas de sus ciudades (especialmente Monterrey) tal vez reconozcas una serie de grafitis sobre changos, son relativamente comunes. Sé que yo por lo menos paso entre 2 o 3 de camino a casa (dependiendo de la ruta), sé que vi uno en la entrada a una playa en Cozumel y sé que había uno en la esquina de la calle donde vivía mi abuelo. Mientras más lo pienso, más me vienen a la mente lugares donde he visto estos grafitis y no parezco ser el único, hemos convertido de estos grafitis en un tácito punto de referencia colectivo. Un recuerdo tal vez inconsciente, algo que vemos con tanta naturalidad que se ha convertido en parte del paisaje.
El artista responsable de estas obras fue ‘PRONT’, un estudiante de Derecho de 24 años que entre las 8 y 10 de la noche salía a grafitear, quien fue detenido por la policía en varias ocasiones pero que, en sus propias palabras, “vale la pena“. Era miembro del grupo ACMES, un colectivo de artistas organizado para llevar a cabo estas obras ilícitas de graffiti alrededor de las ciudades.
Una de las primeras cosas que vienen a la mente cuando ves una obra del PRONT es ¿Cómo se subió ahí? Muchas de sus obras se encuentran en lugares altos, de difícil o imposible acceso, son obras que se encuentran en al rabillo del ojo, en el lugar más inesperado o improbable. Este aspecto cumple dos funciones como parte de la obra, añade a la imagen de un chango que trepó muy alto tanto como a la marginación del arte callejero a lugares remotos, alejados de los lugares designados a la experiencia estética del arte. Sus obras son un avistamiento que provoca un cuestionamiento en quien lo mira, acompañado con un sentido de respeto hacia una obra que lucha contracorriente efímeros del grafiti. Hablamos del arte fuera de los espacios artísticos, el arte embelleciendo la mundana naturaleza de la vida cotidiana, el arte viajando hacia el espectador, al lugar donde espera que cambie la luz del semáforo o donde lo mira como un flash por la ventana del metro.
Siempre hay nuevos artistas en los museos de la ciudad, pero sería justo cuestionar el impacto que tiene ese arte guardado detrás de muros que no termina por comunicar una idea al espectador, que es a veces distante o que se estanca en alguna especie de dinámica que alude a la estética para justificar su falta de fondo. La presencia del arte de PRONT es indudable y creo que merecía estar en un museo, me enoja que existan artistas cuyas ideas y ejecución puedan ser increíbles pero que no sean reconocidos debido a ese sesgo que existe contra el arte local, creemos (y me incluyo aquí) que para que el arte sea bueno o valioso tiene que venir del extranjero o de un artista local con estudios en algún instituto europeo. Ya lo decía Adrián Villa Rojas que para ser validados en el mundo del arte no había que hacer arte, sino hacer algún masters degree en Alemania. PRONT fue un artista en la completa extensión de la palabra, me gusta pensar que hubiera encontrado una sala de museo limitante a su arte e hizo de todo el país su lienzo.
Las obras tienen como sujeto principal changos, seres evolutivos que se encuentran en contextos urbanos muy distintos y que parecen estar redefiniendo su lugar en una nueva naturaleza. Fieros se mantienen cada uno de ellos vigilando las calles y avenidas de esta jungla de concreto. PRONT logró formar un legado a partir de una forma de arte efímera, un legado que quedará pintado en las calles e incrustado en el recuerdo colectivo de miles de personas que han visto su arte. Admiro a PRONT, admiro lo que logró con solo su visión, muchas agallas y latas de pintura. Alejado de instituciones, alejado de las marcas en el suelo que indican lo más que puedes acercarte a una obra, le dio vida a la escena artística haciéndola misteriosa e interesante y le dio arte a la vida cotidiana.
Nunca conocí a PRONT en persona pero creo que muchos pueden identificarse con él, los que han sido marginados por distintas instituciones culturales, económicas y sociales pero que dentro de esa marginación hacen lo posible por realizar su visión propia. Ambos estudiamos Derecho y entiendo que debe haber conocido de las injusticias que a diario se viven y la impotencia de luchar contra un sistema como individuo. Su marca ha quedado por todo el país e incluso en el extranjero, pero más importante aún, ha quedado en nosotros y en las personas que a diario lo recuerdan.